“América requiere un nuevo marco legal para igualar la batalla con el narco”: OEA

24/11/2025 06:45

-Crimen organizado transnacional requiere una estrategia colectiva, pero siempre con base en la negociación y el respeto a la soberanía, dice

En momentos en que el continente americano vive la creciente violencia del crimen organizado, con bombardeos de Estados Unidos a supuestas narcoembarcaciones y amenazas de atacar a los cárteles vía terrestre en países como México, Albert Ramchand Ramdin, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), considera que se requiere de un “nuevo marco legal”, más amplio, para equilibrar un campo de batalla que hoy describe como “desigual”, donde unos deben respetar las leyes mientras otros las violan y asesinan con impunidad. Pero siempre, afirma, “sobre la base de la cooperación” entre países, “del respeto a la soberanía”.

Ramdin, diplomático surinamés que fungió como secretario del Consejo Permanente de la OEA entre 2005 y 2015, destaca en entrevista, la “gran relación” que hoy tiene con México. Afirma que las protestas de la Generación Z son evidencia del declive en la confianza de los jóvenes en los partidos, en las instituciones, “está en declive”, y tras reconocer los cuestionamientos que existen sobre el propósito de la OEA, habla de una “reestructuración interna” y apuesta por crear una atmósfera donde los países estén “a gusto” y “de acuerdo en estar en desacuerdo”.

Asumió el cargo en mayo, en medio de una situación regional particularmente complicada, con los ataques de Estados Unidos a embarcaciones, la tensión de Estados Unidos con Venezuela y Colombia, la crisis venezolana desde las elecciones presidenciales de 2023, la crisis haitiana, la de Nicaragua… ¿Cuál ve, a seis meses en el cargo, como el tema que requiere una atención más urgente?

Asumí el cargo en una atmósfera muy diferente de cuando me fui, en 2015. La atmósfera es mucho más compleja. El mundo es más mucho más complejo. No me sorprende que haya una atmósfera más compleja, complicada y lo digo tanto desde la perspectiva de la colaboración política entre países, entre líderes: Estamos muy polarizados. Necesitamos más unidad. Pero también hay retos en los países, en ciertos países.

En Haití hay una crisis enorme que se profundiza y que requerirá no sólo soluciones políticas, sino apoyo financiero y en seguridad.

Tenemos elecciones que son difíciles. Algunas de las elecciones salieron muy bien: Chile, Bolivia. Pero tenemos algunos retos en Honduras en estos momentos. De cara a las elecciones del 30 de noviembre, he pedido a líderes políticos, a los candidatos presidenciales, a sus simpatizantes, a la sociedad civil, pero también al gobierno y a las fuerzas militares, que faciliten que sean elecciones pacíficas, ordenadas, regidas por reglas, sin interferencia. Nadie debería interferir en ese proceso.

Para mí, las elecciones son casi un proceso sagrado en la democracia. Todos deberían tener la oportunidad de votar de manera libre, justa y sin ningún temor. Espero que la situación en Honduras mejore y que veamos este clima.

Honduras es solo un ejemplo. Tenemos el asunto de largo plazo de construir unidad, crear una agenda para el futuro.

Tenemos propuestas concretas: queremos asegurarnos de que prevalezca la paz. Hablando de los asuntos en el mar Caribe y los asuntos entre Estados Unidos y Venezuela, nada debería escalar a un conflicto abierto donde se ponga en peligro la paz del hemisferio.

América es la única región del mundo donde no hay guerra. Deberíamos mantener eso. Porque nadie gana con una guerra. Deberíamos de dar un ejemplo al mundo de que podemos solucionar los problemas de manera pacífica, a través del diálogo.

La otra agenda que tengo es sobre el futuro: crear más prosperidad. La prosperidad significa que tenemos que movernos en la sociedad e involucrar al sector privado. Necesitamos comerciar más entre nosotros, conectarnos más. Deberíamos invertir más en los demás países y mantener la riqueza que todo esto genera en nuestro hemisferio, y con eso crear empleos, invertir en educación, en atención.

Veo una oportunidad en la Cumbre de las Américas del próximo año, que se realizará en República Dominicana, para presentar mi agenda, una agenda de unidad, con visión de futuro, compartida sobre la base del consenso y que beneficiará a la gente de las Américas, y que creará estabilidad, paz, y ayudará a tener mejores democracias y mejor seguridad.

México no tuvo una buena relación con su predecesor, Luis Almagro, a quien señaló de politizar el cargo y de lastimar las democracias regionales. ¿Cómo es su relación con México? ¿Hay mejor comunicación? ¿En qué áreas ve oportunidad de acercamiento?

Tengo una gran relación con México. La semana pasada tuve una llamada con el canciller Juan Ramón de la Fuente. Hablé con varios funcionarios. Tengo buena conexión con la embajadora ante la OEA (Luz Elena Baños), igualmente con el embajador entrante (Alejandro Encinas). Me reuní con él hace unos días. Estoy en muy buen contacto con México. México es un país importante para la OEA. Es un miembro fundador, un país grande, uno de los países más grandes de América Latina, con una economía fuerte. México tiene sus propios retos. Cada país los tiene. Pero eso no debe dividirnos. Debemos ver cómo nos ayudamos unos a otros.

El papel de México en la OEA es importante y espero fortalecer esa relación. Muy pronto iniciaremos algunas conversaciones a profundidad con México sobre algunas iniciativas.

Es importante, en el contexto de lo que hablamos sobre polarización, que construyamos buenas relaciones entre los países. Y entre México y algunos países hay obstáculos. He ofrecido mi apoyo para unir a los países, para solucionar los problemas.

Se han aprobado en México una serie de reformas, de la judicial a la electoral, que han generado dudas y señalamientos de que debilitan la democracia. Al mismo tiempo, el partido en el poder ejerce también el control en el Congreso. ¿Le preocupa a la OEA la situación democrática en México? ¿Hay inquietud por la concentración de poder?

No soy quién para juzgar lo que hacen los gobiernos en términos de lo que son elegidos para hacer. La Carta Fundacional de la OEA es muy clara: todo país tiene derecho a elegir su propio gobierno y a ser gobernado por los funcionarios electos en el mejor interés del país.

Sólo nos involucramos cuando hay una interrupción severa, profunda del orden constitucional del país. Sólo entonces la Carta Interamericana de Derechos nos permite iniciar discusiones con los países acerca de la fortaleza de la democracia. Más allá de eso, los gobiernos deben tener libertad de gobernar. Y con respecto a las políticas, estoy seguro habrá oportunidad y mecanismos para discutir los asuntos.

Observamos la elección judicial y hemos dado nuestra opinión. El reporte se presentará pronto. El gobierno de México tendrá la oportunidad de reflexionar sobre eso y luego la misión electoral presentará su reporte final y con base en esas recomendaciones tendremos una discusión con el gobierno de México.

¿Cómo ha afectado el crimen organizado transnacional a la región?

Debido a los retos que enfrentamos a nivel global y en el hemisferio, y hablo del crimen organizado transnacional, pero también sobre desarrollo, prosperidad económica, se ha vuelto mucho más difícil para los gobiernos cumplir con esas metas estratégicas, porque la situación en el hemisferio ha cambiado. Necesitamos encontrar soluciones hacia futuro.

Propuse ya que debemos encontrar un marco legal sobre cómo lidiar con el crimen organizado transnacional. Son criminales que no tienen respeto por las leyes, las reglas o convenciones internacionales, las legislaciones nacionales. Hacen lo que quieren, ilegalmente, matan a quien quieren. Para mí, eso también es un abuso a los derechos humanos y deberíamos condenarlo. Pero eso no basta. Debemos asegurarnos de que los gobiernos tengan un marco legal, con respeto a los derechos humanos y al debido proceso. De otro modo, esta batalla desigual no se resolverá. Es una batalla desigual. Si un lado debe apegarse a la ley y el otro puede hacer lo que quiera, es una batalla desigual. Tenemos que encontrar la manera de dar a los gobiernos un marco legal más amplio.

Al mismo tiempo, las organizaciones criminales transnacionales, especialmente en el ámbito del tráfico de drogas, tiene tres componentes: los países que producen esas drogas, los países que consumen y los países que son puntos de transbordo, de donde las drogas son exportadas. Tenemos que limitar y combatir la producción de las drogas ilícitas, pero a la vez, especialmente en Norteamérica y Europa, tenemos que combatir la demanda. Mientras haya un mercado, siempre habrá quien quiera producir para ese mercado.

Y luego, los países de paso. Tenemos que apoyar a esos países, en su mayoría pequeños, pobres, que no tienen la capacidad de monitorear lo que pasa. Tenemos que apoyarlos en la confiscación de drogas.

Otro punto que quiero abordar es el de los jóvenes que se involucran en el crimen organizado. No creo que alguien decida unirse a una organización criminal porque quiera hacerlo. Se unen porque no tienen oportunidades. Tenemos que ofrecerles la oportunidad de un trabajo estable, un buen ingreso, un ambiente seguro, una vida próspera. Si proveemos eso, la demanda de jóvenes en las organizaciones criminales también disminuirá.

La violencia del narco en México ha cobrado vidas de ciudadanos, políticos, periodistas. Estados Unidos advierte que hay partes del territorio mexicano controladas por el narco y no descarta la posibilidad de lanzar un ataque contra los cárteles en tierra, o incluso enviar fuerzas a México. ¿Existe preocupación en la OEA de que esa posibilidad se vuelva una realidad?

Lo que se discuta entre dos países es de naturaleza bilateral. Respeto eso. Para mí es importante que de manera colectiva combatamos el crimen organizado transnacional. Eso significa que debemos sentarnos y hacer un plan, hemisférico.

Si un país quiere proveer ayuda a otro, en el combate a sus criminales, sea en México, Venezuela u otro, debe ser sobre la base de negociaciones y del respeto a la soberanía, el derecho internacional y el derecho internacional humanitario. Esas son las condiciones.

Cuando Estados Unidos ataca embarcaciones, no es cooperación. ¿Le preocupa el impacto de estas operaciones?

Discutimos el asunto que fue presentado por Colombia hace unos días en la OEA. Creo que fue muy útil porque antes ningún país lo había puesto en la agenda. Mi punto de vista es que, hasta donde sé, no hay ningún país que esté en contra de combatir el crimen organizado transnacional, porque es un problema para todos los países. La cuestión es: ¿Cómo lo hacemos?

Las acciones recientes de Estados Unidos han resultado en una discusión en la OEA, que apenas comenzó, pero creo que, si estos ataques tienen lugar, deben respetar el derecho internacional y el derecho internacional humanitario.

Hay países que apoyan este tipo de acciones abiertamente, otros tienen preocupaciones reales, porque hay botes de pescadores en la misma región. Es lo que quiero decir cuando las acciones no deberían escalar a un conflicto.

Hablando del tema migratorio. Desde su llegada, el gobierno de Donald Trump ha apostado por un freno total a la migración irregular, redadas y deportaciones masivas. ¿Qué piensa la OEA sobre esta estrategia? ¿Cuál es la mejor manera de abordar la migración y no perder la perspectiva humanitaria, de respeto a los derechos humanos? ¿Cómo puede ayudar la OEA?

Cada país tiene sus políticas domésticas y legislación sobre el movimiento de personas. Siempre respetaré las legislaciones de los países. Tienen derecho a deportar o regresar a los migrantes indocumentados. Hay poco que podamos hacer.

Muchos otros países también están deportando. Pero tiene que ocurrir con respeto a los derechos humanos. La gente debe ser tratada adecuadamente, porque la mayoría de ellos no son criminales. La gente merece un trato humano.

Sería recomendable que los países que están deportando gente que consulten a los países receptores, porque estos deben estar preparados para recibir a esas personas y cuando se trata de criminales, hay que asegurarse que ello no se convierta en un asunto de seguridad en la nación receptora.

Pero el tema de la migración no se resuelve así, porque las razones subyacentes de la migración no han sido resueltas.

Hay gente que migra porque desea una vida mejor. Y hay reglas para ello.

Pero hay una migración que es forzada. Gente que se ve obligada a salir de sus países por la inseguridad, por temor por sus vidas, porque sus hijos han sido involucrados en organizaciones criminales; otros se van porque no ven suficientes oportunidades para sus hijos, en educación, empleos. Muchos no tienen ingreso estable. A veces es la inestabilidad política la que los obliga a salir.

Tenemos que entender eso y hacer algo al respecto, tanto a nivel doméstico como regional. Hay que incentivar la creación de empleos, una mejor educación, atención sanitaria, para que las generaciones futuras tengan mejores oportunidades. Esa es la solución real. Necesitamos más cooperación, más inversión del sector privado en esas regiones. Sólo así solucionaremos el problema.

Y con ello, el crimen organizado transnacional se volvería menos influyente y las democracias se fortalecerían.

Otro fenómeno, de reciente aparición es el de la Generación Z. En Perú, las protestas de estos jóvenes generaron tal presión que el Congreso terminó votando la destitución de la presidenta Boluarte. En México, las últimas protestas han sido convocadas por este grupo. ¿Lo ve como un fenómeno que llegó para quedarse? ¿Qué hay detrás de este movimiento?

La sociedad está cambiando y a veces no lo reconocemos como algo a lo que hay que poner atención. Pensamos que va a evolucionar, pero necesitamos políticas para guiar ese proceso.

Los jóvenes, la generación del futuro, es diferente. Cada generación es distinta de la otra: no sólo sus valores, sus normas, compromisos, sino también sus expectativas.

Pero también está el tema de la expectativa que tiene la gente sobre la democracia y la gobernanza.

Si la democracia no cumple sus expectativas, es cuando ocurren estas manifestaciones. Sienten que la democracia no les está dando la vida que desean.

Los gobiernos deben proveer, algo que ya no es fácil, pero la confianza en la democracia y los procesos democráticos está en declive en nuestro hemisferio. La confianza en los políticos, los partidos políticos, las instituciones está en declive.

No sé hacia dónde va esto. Pero eso es una parte de la historia.

La responsabilidad por el desarrollo, por el progreso en las sociedades no es solo tarea del gobierno, sino de todos, incluyendo los jóvenes, las organizaciones de la sociedad civil, del sector privado. No pueden solo culpar al gobierno, o a un presidente. Tienen que asumir su responsabilidad, proveer liderazgo, volverse parte del liderazgo.

No se puede esperar sólo recibir, hay que dar.

Es lo que los jóvenes tienen que entender. Quizá piensan que no están suficientemente involucrados y tenemos que trabajar en eso. Pero si las oportunidades existen y no las usan, entonces también son responsables del fracaso.

Algunos países, incluyendo Estados Unidos, han criticado la “incapacidad” de la OEA para responder a las crecientes crisis en la región y cuestionado el propósito mismo de la organización. ¿Qué responde a esos cuestionamientos? ¿Cuál debe ser hoy el sentido de la OEA y qué oportunidades ve en el futuro?

Siempre debe haber confianza en la organización regional. Entiendo por qué surgen estas preguntas. Pero la OEA es una organización muy valiosa; si no existiera, tendríamos muchos más problemas en el hemisferio. Se tendría que inventar una OEA.

No es bueno cuando los países abandonan una organización regional. Y lo digo por una cuestión de practicidad. Somos un hemisferio porque somos una geografía. Somos parte de la misma situación geográfica. Eso no cambiará nunca. Aunque te vayas de la OEA, no te puedes ir del hemisferio.

Entendiendo eso, tenemos que crear un mejor ambiente en el hemisferio, porque estamos unidos. Mi objetivo es crear una atmósfera donde todos se sientan cómodos de estar en la OEA, donde puedan escuchar. Tenemos que aceptar la noción de que podemos estar de acuerdo en estar en desacuerdo. Tenemos una diversidad enorme, diferentes niveles de desarrollo.

La diversidad puede ser una razón para la desunión. Para mí, es una riqueza, que deberíamos capitalizar.

Tenemos buena relación con Estados Unidos. Pagaron su cuota y por lo que veo el presupuesto del año que viene no será recortado.

Proveemos mucho apoyo, en seguridad, en desarrollo, pero no lo decimos, no hablamos con los medios. Tenemos que comunicarlo a la sociedad, a los gobiernos, a los hacedores de políticas.

Estoy convenciendo de que la OEA va muy bien. Estamos en un proceso de reestructuración interna, mejorando la disciplina y satisfacción laboral, estamos creando mecanismos que mejorarán la eficiencia y transparencia, iniciando el proceso de comunicación interna.

La institución tiene que ser reestructurada y presentada al hemisferio como una herramienta útil. Una herramienta significativa.

La OEA es como un producto. Tienes que vendérselo a la gente, a los gobiernos, en una forma honesta. Creo que después de este ejercicio de mercadotecnia, los gobiernos entenderán que si quieren mantener a esta organización viva, fuerte, y que los apoye, tendrán que pagar más.

No pediré más dinero en los próximos dos años. Pero después de eso quiero hablar de cómo podemos hacer un poco más. Veo un futuro próspero para la OEA, un buen futuro, mejores circunstancias en el hemisferio en los próximos meses y si podemos acordar una agenda futura que construya paz y prosperidad, estaremos en buen camino. Quizá no pase en mi gestión, pero ya veremos. No podemos dejarla como está.

Con Información de EL UNIVERSAL

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